lunes, octubre 23, 2006

Feo, Fuerte y Formal




























Si me hubieras preguntado qué palabras están inscritas en el epitafio de la tumba del segundo americano más querido por sus compatriotas, os hubiera dicho : "Feo, Fuerte y Formal". Me refiero a John Wayne. El americano más querido, que os preguntareis, es Abraham Lincoln.

Había oído eso en multitud de ocasiones. De hecho en internet, hay varias páginas que lo dicen, como esta dedicada al cine clásico. Y por ejemplo, Loquillo tiene un disco titulado "Feo, Fuerte y Formal".

Pues hoy via las 100 webs mas raras de Internet, a la que he llegado vía Bitelia, me encuentro con esta web: Find a grave, donde puedes buscar las tumbas de personas famosas. Y así he buscado la de John Wayne y me encuentro con que en ningún sitio viene esculpido este epitafio.

Investigando leo en una biografía de este actor, que en vida dijo que le gustaría que en su tumba le esculpieran en español "Feo, Fuerte y Formal". Pero nada de eso se llevó a la practica. En cambio se puede leer en inglés otro epitafio, como muestra la fotografía adjunta.




















Qué cosas, esto de las leyendas urbanas. No se puede uno fiar de nada.

Todo esto viene porque me ha hecho gracia la web de las tumbas. Y también porque siempre me ha gustado John Wayne, tanto en sus películas, como en los valores que siempre representó , al igual que Ronald Reagan .

John Wayne fue mas conocido como El Duque, por su forma de manterse erguido al cabalgar.

Descanse en paz este grandísimo actor.

1 comentario:

Zinclair64 dijo...

Mi estimado redactor. Déjeme comentarle que el epitafio original fué efectivamente "Feo, fuerte y formal". El tiempo sin embargo se encargo de que aquello cambie. Como es sabido por muchos, Wayne era un acérrimo convencido de la invasión a Vietnam y luego de la finalización de la misma y ante las pésimas consecuencias generacionales que ésta masacre significó para los norteamericanos, su viduda, la peruana Pilar Palette, convinió en mover secretamente la tumba de su marido a un lugar no especificado en temor de represalias contra sus restos por parte de grupos extremistas en contra de la guerra antes mencionada. Años más tarde, es la misma viuda quien decide retornar los restos a su lugar de origen cambiando en ese momento el epitafio por una frase de autoría del difunto que inmortaliza ahora el epitafio público que conocemos.